Tipos de eutanasia. Caso real: Marieke Vervoort

Concepto de eutanasia

La RAE nos recuerda su origen etimológico griego, que remite a la idea de «buena muerte», y la define como la intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura y como la muerte sin sufrimiento físico. Pero son muchos los conceptos y tipos de eutanasia de los que hay que hablar para comprender esta materia.

En este artículo analizaremos el concepto de eutanasia desde el punto de vista del Derecho Sanitario, tanto en la normativa española como en la de algunos países de nuestro entorno, y lo haremos trayendo un caso real y famoso.

Septiembre de 2016. Marieke Vervoort es belga, tiene 37 años y es una atleta del más alto nivel. Lo demuestra su medalla de oro en Londres 2012, más otras dos de plata en esas mismas competiciones. En Doha 2015 batió los records mundiales de cuatro pruebas diferentes. Participa en dos pruebas distintas en Rio 2016 y tiene serias opciones a conseguir medalla: al tiempo de escribir estas líneas ya ha conseguido una plata en 400 metros. Y ha decidido poner fin a su vida, sometiéndose a eutanasia

Esta triatleta compite en las pruebas de velocidad en silla de ruedas. Padece desde hace catorce años una enfermedad degenerativa e incurable que le provoca dolores de forma continua, hasta el punto que hay noches en que sólo puede dormir diez minutos.

Su participación en las paralimpiadas de Río parece ser su despedida del deporte, y quiere hacerla desde el podio. No parece una persona deprimida, como se dice de muchas personas que solicitan la eutanasia, sino alguien que ha tomado una decisión muy meditada y reflexionada. Hasta pensó la fecha: el diez de mayo de 2017, en su 38º cumpleaños. No quería misas ni pasteles, sino que ha pedido que todos la despidan con una copa de champán en la mano, puesto que ha vivido más cosas que muchas otras personas.

Yo mismo, sin ir más lejos, no llegaré a contar con cuatro medallas olímpicas y cuatro records mundiales antes de los 38,: este abogado está cerca de los 40 y no es atleta ni en sueños. 

Fuente: Juegos Olímpicos Río 2016

Marieke me ha inspirado este artículo, y esta breve revisión a su historia me ha servido para introducir un tema complicado donde los haya: ya sabemos que tenemos derecho a la vida pero, ¿tenemos derecho a decidir morir sin padecimiento?

Dejemos a Marieke un rato y comencemos a distinguir conceptos, a ver realmente los distintos tipos de eutanasia que existen en Europa. Aunque haya quien los trate de sinónimos, suicidio y eutanasia no son lo mismo.

¿Qué es la eutanasia?

Casi cualquiera puede suicidarse sin asistencia de otra persona, así que el problema se nos plantea con los casos en que alguien necesita de la participación de otros para poner fin a su propia vida y nos obliga a preguntarnos si se trata de un homicidio o de una colaboración al suicidio.

Cuando ha habido una voluntad clara, expresa, libre e inequívoca de quien quiere morir en ese sentido, hablamos de suicidio, mientras que si su decisión no ha sido libre sino el resultado de engaños, coacciones, manipulaciones u otros ardides capaces de modificar su voluntad, hablaremos de homicidio o incluso de asesinato. En España no es delito suicidarse. No tendría sentido castigar por ello a quien ha acabado con su propia vida, ni a quien lo ha intentado. Sin embargo, sí que se establecen penas de prisión para quienes colaboren en el suicidio de otra persona: las penas de prisión en esos casos oscilan de dos años hasta los diez años.

El concepto de eutanasia se reserva para los casos en que alguien que padece una enfermedad incurable que le ocasiona padecimientos permanentes, voluntaria y libremente, decide que se ponga fin a su vida de forma indolora, incruenta y sin sufrimientos, por parte de profesionales cualificados, en un entorno en que tenga la ocasión de despedirse de sus allegados.

Nuestro legislador ha considerado que no es lo mismo que el suicidio: no tan diferente como para que sea una conducta ajena al Código Penal pero sí lo bastante como para establecer un supuesto especial, con penas de prisión que pueden ir desde los seis meses hasta los casi seis años. La formulación del artículo 143.4 del Código Penal es la siguiente: «El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, (…).» 

Esto nos obliga a pensar en las diferentes posibilidades que pueden darse, es decir, en los diferentes tipos de eutanasia que podemos encontrar.

¿Cuáles son los tipos de eutanasia?

En el anterior párrafo hemos tratado lo que conocemos como eutanasia activa, ya que hay alguien que causa o favorece de forma directa la muerte de otro. Destacamos dos de los requisitos para aplicar ese menor castigo:

  • Petición expresa, seria e inequívoca: de la persona que quiere morir. No bastará una insinuación ni una idea lanzada al viento, ni expresada en un arrebato.
  • Enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar: no bastará cualquier enfermedad, sino una caracterizada por ese ineludible destino o esos constantes sufrimientos.

A ese escenario de amenaza de prisión se enfrentó Ramona Maneiro, a quien se acusó de causar la muerte material de Ramón Sampedro, el tetrapléjico gallego que pasó 25 años reclamando que le dejaran morir con dignidad.

Fue uno de los casos paradigmáticos en este campo y lo venimos estudiando los abogados desde entonces.

Ramona se enfrentó al juicio de los tribunales y al de los noticiarios por amor a Ramón, se salvó del castigo judicial por falta de pruebas y, años después, confesó lo ocurrido ante los medios de comunicación. Ramón defendió el derecho a morir basándose en el deseo de no sufrir. Era un marinero enamorado del mar al que un accidente con una roca costera dejó postrado en una cama a los 25 años.

Durante los siguientes 25 años escribió dos libros, concedió entrevistas y leyó. Leyó mucho. Creía firmemente en el derecho a decidir cada uno cómo vivir su propia vida, y su propia muerte, en libertad y respetando la voluntad individual. Todo desde su cama o su silla adaptada, puesto que estaba paralizado de cuello para abajo.

Ramón solicitó se le aplicara uno de los tipos de eutanasia que estamos comentando, la eutanasia activa. Lo hizo hasta agotar instancias judiciales y que otras personas, que no estaban en su situación ni de lejos, decidieran que tenía que vivir contra su voluntad.

No es eutanasia rechazar un tratamiento, aunque haya quien lo llame eutanasia pasiva. La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica reconoce el derecho del paciente a negarse a recibir tratamiento médico. Es decir, esperar el desenlace final sin tratamiento médico. Esperando al fallo orgánico o colapso funcional que producirá la muerte, cuando suceda. Con toda la indeterminación que eso implica, y sufriendo mientras tanto las consecuencias de una enfermedad que se sabe no va a mejorar. Por supuesto, puede contar con cuidados paliativos, pero nada que le ayude a acelerar el proceso. Esta situación no se encuentra entre los tipos de eutanasia, aunque haya quien así las etiquete.

Cuando una persona muy anciana se encuentra en las etapas finales de su vida y está padeciendo sufrimientos que irán a peor, está aceptado, y es legal, la aplicación de sedación para calmar esos padecimientos, aunque suponga acortar el tiempo de vida. Algo así suele estar bastante aceptado socialmente. Sin embargo, no lo está tanto que un tetrapléjico decida poner fin a su vida.

Tampoco es uno de los tipos de eutanasia el caso en que la muerte parece cercana, inevitable y rodeada de dolor y sufrimiento en edades muy avanzadas y se aplican sedantes para mitigar ese padecer.

Pero hay mucha gente que no la considera ni como idea cuando no está tan cercana, aunque los sufrimientos incurables y permanentes sí estén.

Entre ambas situaciones podemos imaginar muchos casos intermedios, y la realidad crea más todavía. El caso es que este debate sobre la eutanasia y los tipos de eutanasia nos abre los ojos ante situaciones en las que no queremos pensar. Situaciones que exigen pensarlas con serenidad, madurez y mucho respeto a las opiniones divergentes.

¿Qué es la eutanasia voluntaria?

Consiste en que el propio paciente, que padece una enfermedad terminal o una situación de padecimientos permanentes, sin posibilidad de remisión, consciente, libre, informado y de forma inequívoca solicita que se le apliquen técnicas para poner fin a su vida sin sufrimientos.

Implica, por tanto, que alguien realice actos tendentes a producir su muerte. El ejemplo antes mencionado de Ramón Sampedro encaja en este tipo de eutanasia.

¿Qué es la eutanasia involuntaria? 

Aquella que se aplica sobre una persona que no ha expresado su voluntad al respecto. Suele darse en casos de enfermos en que quienes expresan ese deseo son los familiares, ante la imposibilidad del enfermo de expresarse por sí mismo.

Junto con la anterior, constituye, en rigor los únicos tipos de eutanasia. Negarse a recibir el tratamiento no constituye un tipo de eutanasia sino que supone el ejercicio de un derecho reconocido: aceptar o rechazar el tratamiento médico.

¿Qué es la distanasia?

Hay defensores de la vida a ultranza que defienden que, dado que no hemos decidido comenzar a vivir, tampoco podemos decidir poner fin a la vida. Pero esta forma de ver la cuestión implica imponer a otro una obligación de vivir independientemente de las circunstancias. Aunque sean muy complicadas, gravosas, dolorosas y supongan un padecimiento constante. Aunque la persona llegue a percibir cada instante más como una condena que como una oportunidad.

Esa es la posición de los defensores de la distanasia, concepto opuesto a la eutanasia y que defiende prolongar la vida tanto como sea técnicamente posible, sin importar caer en situaciones de encarnizamiento terapéutico

Eutanasia y dignidad humana

Internacionalmente, no hay acuerdo respecto a si debe permitirse la eutanasia o no; como máximo, se ha hablado de “vida digna”. Conceptos como “dignidad” o “calidad de vida” aparecen siempre que hablamos de los tipos de eutanasia, y es que no se trata de legalizar un derecho a morir cuando cada uno decida, sino de poder decidir acabar con una vida condicionada por determinadas circunstancias que hacen que, quien la vive, la sienta como algo gravoso y difícil de soportar.

No hay consenso respecto a cuáles son esas circunstancias que hacen la vida gravosa -imposibilidad de obtención de mejoría, progresivo deterioro sin remedio, frustración por expectativas vitales inalcanzables,…- pero se vuelve una y otra vez a eso de la “dignidad” y la “calidad de vida”, y es que pueden llegar a ser claves para entender la situación.

Debemos hablar de «dignidad humana» durante toda la vida, y muy especialmente al final de la vida misma.

La dificultad de regular los tipos de eutanasia

Los legisladores dictan las normas que deben regir a la sociedad sin que ellos mismos padezcan muchas de las situaciones a las que serán aplicables esas normas, lo que puede hacer que resulten alejadas de la realidad. Eso por no hablar de presiones a las que pueden verse sometidos, como creadores de opinión o grupos de votantes. Así, puede pasar que los destinatarios de las normas sientan que éstas no se adecúan a sus necesidades.

Los supuestos en que alguien pide que se le aplique la eutanasia son siempre casos límite en que los solicitantes padecen graves enfermedades a las que no se les prevé mejoría, personas que perciben la vida como una condena harto difícil de soportar. Y resulta que la decisión de aceptar o no su petición se encuentra en manos de personas que no están en una situación semejante.

Este es un campo muy complejo y fuente de discusiones entre los abogados: la mayoría son teóricas, pero algunas llegan a los tribunales y provocan reacciones sociales.

La mayoría, los que decidimos con nuestro voto y nuestras presiones a los políticos, no estamos en situaciones semejantes y aún así nos creemos legitimados para poder decidir por ellos.

La dificultad en contemplar la eutanasia como una opción válida depende del mismo valor que damos a la vida. Es tan valiosa que consideramos algo muy grave acabar con una. Aunque sea la propia. Sin embargo, lo complicado es contemplar situaciones que pueden hacer de la vida un reto difícil de asumir. La clave en este asunto está en ser capaces de respetar puntos de vista que no compartimos pero sin renunciar a los principios más básicos, ya que estamos hablando de la vida.

La eutanasia no es un procedimiento cruento y doloroso. Quienes la piden buscan poder morir asistidos por profesionales sanitarios –sus posibilidades de objetar por motivos de conciencia se verán en otra entrada- que se aseguren de la ausencia de dolor y padecimiento, que verifiquen el respeto a la dignidad de la persona y cuiden de salvaguardar su voluntad hasta el momento final.

Hecha esta composición de lugar, igual podemos entender mejor que pocos países hayan sido lo suficientemente maduros como para tomar decisiones sin duda polémicas.

¿Dónde está legalizada la eutanasia?

Los países europeos que la admiten (Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Suiza) la regulan de forma garantista para los derechos de las personas, haciendo que expresen su voluntad por escrito con anterioridad a la fecha en que se practicará y exigen que sea en personas con graves enfermedades incurables.

Esto es una simplificación del régimen jurídico de esos países, pero válida para aproximarnos un poco a esta situación. Los requisitos que hemos destacado al ver el artículo 143.4 del Código Penal son precisamente las circunstancias que determinan en esos países la aplicabilidad de ese derecho a morir dignamente.

Desde luego, la regulación que se hace en cada país es muy desigual.

En Bélgica se ha regulado la eutanasia de un modo mucho amplio. Sin pretender profundizar en esa regulación veamos algunos datos llamativos. Bélgica exige el informe de un primer médico que certifique el padecer que la enfermedad causa a la persona, así como un segundo informe de otro médico que lo corrobore. No se ha establecido una edad mínima, con lo que puede aplicarse incluso a menores, en cuyo caso se exige un tercer informe médico. Y ya ha habido un caso de eutanasia a un menor. En Bélgica se autorizó en 2013 aplicar la eutanasia a un transexual que, tras el tratamiento hormonal y la operación de cambio de sexo, decía sentirse «un monstruo», y también a unos gemelos sordos que se estaban quedando ciegos y afirmaban que no querían vivir de forma dependiente.

Holanda, por su parte, exige un mínimo de doce años de edad para poder solicitarla, mientras que Luxemburgo y Suiza sólo la contemplan para mayores de edad.

La polémica está servida.

La necesidad de debatir sobre los tipos de eutanasia

Pensemos en las consecuencias de la decisión de no permitir a las personas en situaciones extremas poner fin a su vida de un modo digno, pudiendo despedirse de sus seres queridos y con supervisión profesional para garantizar que no habrá sufrimiento.

Si para esas personas la vida misma es sinónimo de dolor y padecer, si no hay opción a mejora ni curación, si es permanente esa situación, ¿cómo perciben la negativa a la eutanasia? Esa negativa implica obligarles a seguir experimentando de forma constante un sufrimiento que no cambiará, así que se les obliga a seguir sufriendo: se les obliga a vivir. Se les condena a vivir. Como a Ramón Sampedro, que pasó 25 años pidiendo que le permitieran morir. Al final, harto de pedir, orquestó un sistema para que varias personas pudieran ayudarle sin que se les pudiera condenar por ello.

Creo merecedor de una reflexión ese punto de vista de esa minoría que solicita la aceptación jurídica de la eutanasia, puesto que las consecuencias de no admitirla son graves: puede implicar obligarles a sufrir la vida.

Sin embargo, tampoco debemos permitir que se confundan conceptos como eutanasia, sedación paliativa o suicidio asistido: no son lo mismo.

Lejos de mi intención darle lección alguna a Marieke, ni pretender hacerle cambiar de opinión, puesto que no me considero capaz de recorrer ni un kilómetro en las mismas condiciones que lo hace ella. Ni de pasar una noche como ella lo hace. Para ella, toda mi admiración y mi profundo respeto a su decisión. Marieke declaró en una entrevista que contar con esa autorización sin fecha le permitía vivir libre de la sensación de ser presa de su enfermedad, disfrutando de los momentos y sabiendo que, si el padecimiento se volvía insoportable, podría ponerle fin.

Ha pasado el día diez de mayo de 2017 y Marieke no ha puesto fin a su vida. A finales de enero de 2018 salió en los medios que volvía a pensar en poner una fecha a su eutanasia.

Que la vida le sea tan liviana como su silla en la pista de competición. Y cuando decida que se le aplique la eutanasia, brindaré por  su memoria.

Actualización

Con fecha 22 de octubre de 2019, Marieke Vervoot finalmente decidió que se le aplicara la eutanasia que tenía autorizada desde hacía años.

Tras ejercer su derecho a rechazar el tratamiento al que venía sometiéndose, ejerció un derecho reconocido en Bélgica pero no en España conforme al que se le aplicó un tipo de eutanasia que, en España, habría enfrentado a los profesionales sanitarios que la asistieron a penas de prisión que podrían haber llegado hasta los seis años menos un día (cosas de la modulación de las penas en nuestro Código Penal) de cárcel.

Me quedo con dos frases suyas que, personalmente, me ayudan a comprender un poco (poco, sin duda) lo que llegó a pasar por la mente de una mujer tan vital para tomar tan firme decisión:

  • «Estúpidos dolores. ¿Conoces a alguien que necesite morfina para entrenar?»
  • «Cuando quiera puedo coger mis papeles y decir ¡es suficiente! Quiero morir. Me da tranquilidad cuando tengo mucho dolor. No quiero vivir como un vegetal.»

Tras vivir logros con los que muchos no podemos más que soñar, tras conseguir la admiración y reconocimiento de estadios deportivos llenos, Marieke nos ha dejado. Brindo por su vida.

3 ideas en “Tipos de eutanasia. Caso real: Marieke Vervoort

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