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La violencia obstétrica es un tema crucial en el ámbito del Derecho Sanitario. También hay quien habla de violencia en obstetricia. Afecta directamente durante el proceso de embarazo, parto y posparto, y su impacto emocional y físico puede ser profundo para la mujer. En este artículo, hablaremos de este concepto, exploraremos su impacto en la salud de las mujeres y analizaremos los derechos que las amparan. Además, abordaremos estrategias para que los profesionales sanitarios prevengan y combatan esta forma de violencia, que constituye un caso de negligencia médica.
¿Qué es la violencia obstétrica?
La violencia obstétrica o violencia en obstetricia se define como la acción u omisión por parte de los profesionales de la salud que cause daño físico, psicológico o emocional a una mujer durante el embarazo, parto o posparto. Puede tratarse de un trato deshumanizado, falta de consentimiento informado, medicalización excesiva o una falta de respeto a las decisiones de la mujer, por citar los ejemplos más comunes.
La violencia obstétrica puede tener graves consecuencias para la salud física y emocional de las mujeres. Entre los posibles efectos se incluyen el aumento del estrés y la ansiedad, la disminución de la autoestima, el trastorno de estrés postraumático y complicaciones físicas en el parto y el posparto. Es fundamental concienciar sobre estos riesgos y promover un entorno de atención respetuoso y empático.
Derechos de las mujeres y violencia obstétrica.
La gestante es, a efectos legal-sanitarios, una paciente, y esto implica una serie de derechos.
Las mujeres tienen derechos que deben ser respetados durante el embarazo, parto y posparto. Algunos de estos derechos incluyen el derecho a la información adecuada, el consentimiento informado, la intimidad y la autonomía en la toma de decisiones. Es importante destacar cómo la violencia obstétrica viola estos derechos y cómo podemos protegerlos.
Frecuentemente olvidamos que los pacientes tienen derecho a la intimidad. Si bien la sanidad pública no suele disponer de habitaciones individuales para cada paciente, tampoco cabe admitir que este derecho quede como una simple teoría. Espacios diferenciados, control de acceso, limitación de personas por visita, posibilidad de no admitir visitas… son alguno ejemplos de actuaciones con las que se protegería este derecho.
Este derecho suele estar mejor atendido en la sanidad privada, por contar con menor cantidad de pacientes y, en general, mejores instalaciones. Aunque suelen tener menos personal y equipamiento especializado para atender los casos más graves, con excepciones.
Muy relacionada con el anterior derecho está toda la materia relativa a protección de datos personales.
Consentimiento informado y autonomía de la voluntad.
El consentimiento informado es la cuestión que más problemas suele provocar en todo el ámbito sanitario.
Durante mucho tiempo padecimos aquel enfoque paternalista en que los profesionales sanitarios decidían qué, cómo y cuándo se hacía sobre un paciente. Se le consideraba un sujeto pasivo de la actuación sanitaria. No existía eso del derecho a decidir sobre cuestiones sanitarias.
Cuando se reconoció normativamente el derecho a decidir sobre el tratamiento médico, mucha gente creyó (y hay quien aún lo cree) que era un trámite documental. O una «cosa de abogados». No es así. Es una de las obligaciones que tienen los profesionales sanitarios en toda actuación que realizan sobre un paciente. Recordemos que antes de consentir, el paciente debe haber recibido la información adecuada para poder decidir. Y es aquí donde suelen fallar la mayoría de los profesionales sanitarios, convirtiendo el consentimiento informado en una de las causas de responsabilidad médica.
Este derecho de la paciente a decidir implica la posibilidad de elegir entre las diferentes alternativas de tratamiento disponibles para su caso o rechazar el tratamiento. Es consecuencia del reconocimiento de la autonomía de la voluntad.
Prevenir la violencia en obstetricia.
Nos encontramos ante un ámbito muy delicado, íntimo y con una gran carga emocional. El proceso de gestación, parto y postparto es una etapa de la vida de una mujer que suele recordar toda su vida, y los profesionales sanitarios que participan en este proceso deben darle esa importancia. Que suelen hacerlo. Son los errores o los malos profesionales los que saltan a la prensa y la opinión pública.
Es posible realizar actuaciones tendentes a la prevención de demandas de responsabilidad civil, y es fundamental implementar medidas para prevenir y abordar la violencia obstétrica en los entornos de atención médica.
Como en casi cualquier actuación sanitaria actual, en el ámbito obstétrico suele ser participar diferentes profesionales. Esto puede implicar un riesgo de responsabilidad médica por el trabajo en equipo. Es necesario contar un buen equipo de profesionales, que estén correctamente coordinados entre sí y que cada uno cumpla adecuadamente su función.
Algunas estrategias efectivas incluyen la capacitación de los profesionales de la salud en el conocimiento de la normativa, la promoción de un trato humano y respetuoso, la participación activa de la mujer en su atención y el establecimiento de mecanismos de denuncia y resolución de conflictos en el propio ámbito del centro sanitario. Consulte a un abogado experto en sanidad para este tipo de actuaciones.
Sin duda, la principal actuación que puede llevarse a cabo es formar adecuadamente a los profesionales que van a participar en la atención a la paciente, tanto los que prestarán la asistencia sanitaria como a los encargados de los aspectos administrativos. Para poder aplicar correctamente las normas aplicables es necesario conocer y promover su cumplimiento en cada nivel de asistencia para garantizar el respeto y la protección de los derechos de las mujeres.
Conclusiones.
La violencia obstétrica es un supuesto de responsabilidad sanitaria por negligencia médica.
Se trata de una realidad preocupante que afecta a las mujeres en un momento especialmente vulnerable de sus vidas. Es responsabilidad de los profesionales de la salud, las instituciones y la sociedad en general abordar este problema y garantizar una atención respetuosa, basada en el respeto de los derechos y la dignidad de las mujeres. La prevención y erradicación de la violencia obstétrica requiere de un enfoque multidisciplinar y el compromiso de todos los actores involucrados.
Es importante destacar que concienciación y educación son fundamentales para erradicar la violencia obstétrica. Tanto las mujeres como los profesionales de la salud deben estar informados sobre sus derechos y responsabilidades, y trabajar juntos para promover una atención respetuosa y centrada en la mujer.
La violencia en obstetricia requiere atención y acción. Solo mediante un esfuerzo conjunto podemos asegurar que todas las mujeres tengan acceso a una atención sanitaria de calidad, libre de violencia y respetuosa de sus derechos.
Es posible generar un cambio positivo en la calidad de la asistencia sanitaria a las mujeres durante el embarazo, parto y posparto mediante un compromiso y una acción correctamente dirigida.